domingo, 15 de diciembre de 2013

Grecia, D.F.


Mis sentimientos no sólo son invisibles, son inefables y misteriosos. Les pongo nombre por ociosa. Si me enamoro, lo que embarga todo mi ser hasta alienarme me domina. No es cierto que la inteligencia modula el espíritu. Mi inteligencia no tiene que ver cuando soy plenamente feliz, mis emociones no son racionales, sufro, por ponerle nombre a que siento no poder vivir sin mi amado, dudo si me quiere o me engaña estando a su lado o alejada, la sola idea del desengaño me atormenta-menta-menta, Mi vergüenza hace que me ponga colorada y así me desnuda ante los demás sin pedirle permiso a mi inteligencia.

Misterios y más misterios ¿qué tiene que ver que haya escuchado por la radio una estrofa que cantaban mis hermanas cuando yo era niña y un río de lágrimas me brotara incontenible cuando me disponía a salir de carrera a desayunar a Sanborn's? Más misterioso es que ese manantial no cesara durante mi conversación con los demás comensales del desayuno. Se me vino la vida encima, lo traduzco en palabras y el misterio queda intacto, a las mis dos hermanas LasTórtolas,  ya ancianas  las tenía a tiro de piedra. Ataque de melancolía, quizá, si la palabra significa lo que pienso o si fuera el diagnóstico de re-enactment, una reactuación de una situación que en el pasado quedó pendiente de resolverse queda corta, muy corta a la monumental maraña de emociones encontradas que coincidieron en este evento. Mi envidia a las Tórtolas independientes acosadas por galanes que las llevaban vestidas de largo a El Chez Raulito, a El Patio y al Ciro's donde tocaba Everet Hogland que yo sólo podía escuchar por radio cuando me desvelaba, me carcomía las entrañas, las hubiera ahorcado de haber hecho efectivo mi anhelo que no le confesé ni al padrecito sordo que elegí con cautela. Eso de tener dos madrastritas ganando un sueldazo que me mandaban abrir la puerta y contestar el teléfono, sólo lo comprende otro zocoyote de familia, pero, a la vez, yo sentía que nadie podía tener hermanas comparables a las mías que eran la alegría de las fiestas y cantaban a dueto mejor que las Hermanas Águila; la Tórtola tenía los ojos más bonitos del universo que recién comprobé con su fotografía disfrazada de manola y también me actualizó su andar garboso cuando caminaba por la calle o entraba a un sitio concurrido donde volteaban a admirarla todos. Mi duelo por esa pérdida es justo y necesario, no es la única vez que el dedo flamígero me ha chamuscado.

Me intriga qué cosa me pasó hace unos días al escuchar Rapsodia en Azul de George Gershwin que no había escuchado en años. Si mi olfato puede transportarme a donde mi memoria le da la regalada gana conectarme, la música tiene super poderes en mí sin yo saberlo. Y sin poderlo poner en palabras tampoco; arrobo y embeleso no me sirven, necesito que se invente una cámara fotográfica de las emociones. La rapsodia me elevó del piso, el compositor capturó lo intangible que me llegó al alma, ¿porqué se me ocurrió  ponerlo así en palabras? Cual acto de magia, los primeros acordes de la rapsodia me transportaron al momento de mi adolescencia cuando por primera vez algo embargó completamente mis sentidos. Pudiera ser una reactuación de mi conexión perfecta con el pecho materno, me dicen los marisabiduchas, pero no les hago caso, así explican también mi tabaquismo.


Con la canción que cantaban las Tórtolas jovencitas se me vino encima mi duelo por mis dos ídolos caídos de su pedestal sin haberme dado yo cuenta de este estropicio durante toda mi vida, la Rapsodia, en cambio, fue luminosa. Me transportó a esos momentos en los que yo estaba perdidamente enamorada de Gabriel que me llevaba 20 años. Hacerles caso a los quinceañeros de mi edad ni pensarlo, y no acepto por ningún motivo que se debía a que yo era la consentida de mi viejísimo papá ya cuarentón, que me rescataba de mi imperiosa madre y mis dos madrastritas que se creían las muy muy, sólo porque la Tórtola fue la primera oficinista abanderada de la recién creada Pemex en el desfile del 16 de septiembre. Gabriel, de estampa de dios griego, piel aceitunada y ojos zarcos como si lo estuviera mirando,  se cruzaba la calle de Yucatán, donde tenía su gasolinera, al estanquillo de enfrente de la yucateca a quien yo le compraba un chicle diariamente. Y la aparición mitológica platicaba conmigo coreados por la yucateca. Y yo quería aparecer como mujer de mundo ante el que tenía dentadura de perlas; y por eso me ponía vestidos de la Geña que no era gordinflona como la Tórtola, y por eso mismo le dije que yo conocía el cabaret de ficheras Río Rosa, a donde el primo Miguel Delgadillo nos llevó en secreto a la Tórtola y a mí. Si a distancia me parecen ñoñerías mis angustias y sufrimientos por este amor seudo platónico,

A la Geña fue a la única que le confesé mi amor imposible por Gabriel, y en vez de chismeárselo a nuestra imperiosa madre a la que yo le tenía pavor, consideró que yo ya estaba en edad de que me contara cuentos colorados y que ya no me escondiera de ella para fumar como toda mujer moderna. Ni de oídas siquiera, la juventud "moderna"  sabe quién es Joan Crawford, siempre con un cigarrillo en mano al igual que toda luminaria que se preciaba de serlo. Nuestra mamá era fumadora de cigarrillos Virginia, uno tras otro hasta que terminaba la jugada de póquer; apuesto doble contra sencillo, que a nadie sus hermanas 10 y 11 años mayores le enseñaron a "dar el golpe" al cigarro de "tabaco rubio" como a mí las Tórtolas a mis 6 años de edad, pericia que supone adiestramiento anterior que escapa a mi memoria. 


Hasta aquí de monólogos misteriosos, lo prometo 

viernes, 27 de septiembre de 2013

Lucha Reina.


¿Vas a ir al Grito en el zócalo, o dónde vas a celebrarlo? Le pregunta la abuela por el auricular a su nieto canta-autor, y agrega tras disculparse por no haberlo felicitado anteayer en su cumpleaños  --¿O vas saliendo de gira?

--Uy no... Salgo para Nueva York hasta el miércoles, pero ir al zócalo ni lo pienso, - más rápido que aprisa responde el nieto que estaba a punto de celebrar su natalicio en un restaurante del DF. --El zócalo es de quien lo toma y no estoy contratado para amenizar la toma en turno.

El diálogo transgeneracional termina reiterándose su amor mutuo y su renovada promesa de reunirse próximamente en la casa de la abuela en Cuernavaca, habiendo quedado claro que en el buró de la abuela aún permanece la cajita de música que el canta-autor le regalara por haber escrito de su puño y letra con manguillo y en tinta china la letra de sus canciones tal como aparecieron en su primer disco Bella Época.

Al colgar el auricular la abuela se sumerge en sus recuerdos y cavilaciones, por supuesto, la duda ofende. ¿Qué le pasó a su zócalo donde de niña asistió al Grito? Esta aventura era ajena a la vida metódica de sus papás; la experiencia inusitada se debía a que había sido invitada a permanecer en la casa del matrimonio muy amigo de la familia, el mini-coronel Cortés, a quien la Revolución le había hecho justicia, y a su extra corpulenta esposa güera oxigenada con cinturita de avispa porque nunca se quitó el listón anudado a su cintura, más que bien dispuestos a consentir a la escuincla traviesa que rompía su tediosa convivencia.

Lo tengo claro, nos llegamos al zócalo arbolado en el automóvil La Salle último modelo con un claxon que repetía los primeros acordes de la festiva canción "La Panchita", puesta de moda por Lucha Reyes de voz desgarrada en la época de oro de la reafirmación de la mexicanidad. Aprendí a  hacer el saludo reglamentario a la bandera, el de los civiles en tanto el coronelito hacía el saludo militar, al tiempo que él coreaba el Himno Nacional con la debida solemnidad. Sólo me quedó una duda tras venirse abajo el cielo con los tres gritos "Viva México" de los que llenaban la plancha del zócalo, en respuesta a cada uno de los vivas en voz del Presidente de la República en el balcón de Palacio, nadie quiso decirme quienes eran los hijos de la chingada con lo que el pueblo rubricaba su tercer grito alborozado, rebosante de patriotismo. Este Grito le pertenecía a todos los mexicanos que replicaban esta ceremonia en los pueblos más apartados y en todas las embajadas de México año con año, al tañer de la simbólica campana de Dolores a voluntad del representante del Presidente en turno en el balcón de Palacio con la banda presidencial atravesando su pecho. Esta manifestación de patriotismo festivo se diluyó en la generación de mis nietos, al igual que otras reafirmaciones de la mexicanidad, incluso, la máxima exponente de la música vernácula Lucha Reyes.  

¿Por qué murió Lucha Reyes cuando falleció físicamente? Atribuyo el asalto de esta idea a mis cavilaciones tras mi diálogo telefónico y mi afición de dragar de la memoria de la historia a las mexicanas que cayeron en el olvido inmerecidamente, Sin consultar fuente autorizada alguna, hago la conexión de Lucha Reyes con la Voz de América Latina desde México, exactamente, la radiodifusora XEW en la calle de Ayuntamiento en el Centro del DF inaugurada a principios de los años treinta, que me pertenecía porque entraba a mi alcoba, milagro materializado por obra y gracia de mi radio de cabecera marca Westinghouse. Si Toña la Negra se señoreaba en el océano de las canciones del músico poeta Agustín Lara homenajeado en España sin haberla conocido, Lucha Reyes aprovechó la actitud de la soldadera mexicana echada p'alante hasta convertirse en la máxima exponente de la canción mexicana rasgueando la voz que la singularizó, su interpretación más acabada de su estilo personal fue la canción en la que actuaba como borracha con hipo, "Me llaman la tequilera (hip)… como si fuera de pila (hip)... "La Reina del Mariachi" le imprimió un nuevo estilo a la canción vernácula mexicana romántica, melancólica y festiva, estilo sobradamente imitado y jamás igualado.

La película de Arturo Ripstein, La Reina de la Noche (1994), pinta a una Lucha Reyes frágil. La realidad supera la fantasía y esta ocasión no es la excepción. Aún cuando nunca sabemos lo que piensa nadie, solamente lo conjeturamos de acuerdo a lo que hace y quiere decirnos quien ha convivido al lado nuestro toda la vida, la biografía de la mujer que se enfrentó al mundo en medio de la guerra revolucionaria, cuando la diversidad sexual no se mencionaba siquiera, refleja a una mujerona bragada y aguerrida indiscutiblemente, no obstante lo parcial que pudiesen ser sus biógrafos espontáneos.

María de la Luz Flores Aceves nació en Guadalajara en 1906. Huérfana de padre, su padrastro no mejoró la situación económica desastrosa y posiblemente abusó de la niña. A sus 13 años de edad, fue a cantar a una carpa al lado de la comediante Amelia Wilhelmi. Su tierna voz prometía. El padrastro mudó a su familia a la colonia Morelos del DF, Lucha desempeñó el ofició de fichera en el cabaret Salón Rojo, donde le rompió una silla en la cabeza a un militar de alto rango. La bola  revolucionaria había terminado oficialmente; le siguió el magnicidio del Presidente Carranza en 1920 seguido por la convulsión nacional de ocasión, Lucha entonces se fue de gira a Estados Unidos con consecuencias desastrosas, regresó de aventón y se unió en matrimonio a Javier Navarro, a quien abandonó sin antes haberle propiciado a Lucha tremenda tunda definitiva.

En 1928 ya era solista después de separarse del Trío Garnica, el año siguiente fue su mejor etapa y, aún con la informalidad que la caracterizaba debido a su abuso de tequila, el anuncio de su presentación aseguraba un lleno completo. El año siguiente estuvo en Europa estudiando ópera, llegó a hablar alemán, se dice. A su regreso contrajo un virus desconocido que le afectó la garganta. Siguieron meses de tratamientos inútiles. Ya rehabilitada descubrió que su voz de soprano había cambiado a contralto. Con singular astucia, decidió rasguear su nueva voz así imprimiéndole un sello único y discurrió que su mariachi tocara trompeta, desde entonces indispensable en estos grupos musicales. En 1930, reapareció en el teatro Politeama a reventar. Se integró al contingente de artistas y compositores en vías de consagrarse por mi XEW, no obstante que su botella de tequila en mano para darle sorbos y así "calentar la garganta" no le ayudaba en su carrera, podía dejar plantado a cualquiera, incluso, al presidente Roosevelt de EU, Lucha no asistió a amenizar la ceremonia en la Casa Blanca a la que había sido convocada.

"Yo me muero donde yo quiera", manifestaba Lucha Reyes y lo cumplió a la letra con una sobredosis de barbitúricos y tequila en su recámara. Sólo queda pendiente de cerrar la pregunta: ¿Por qué murió el icono Lucha Reyes cuando falleció la que le diera vida a la canción vernácula mexicana, de creatividad irreproducible en otros litorales? Acervo cultural que con talento nato nos pintan de cuerpo entero a los mexicanos que memorizábamos y entonábamos con ánimo nacionalista en toda ocasión propicia dentro y fuera del país. El que mucho pierde es que mucho ha tenido. Mi zócalo con su iluminación navideña para admirarla tranquilamente chicos y grandes; mi Chaputepec con su trenecito que regresaba a la estacioncita de ferrocarril tras circundar el zoológico; mi Xochimilco y sus paseos en chinampa en noches de luna llena; mi XEW vuelta entretenimiento del automovilista solitario sometido al amo rating de la radiodifusora.


Adiós a la canción "Por una mujer ladina perdí la tranquilidad (...) como no tenía concencia y era una mala mujer, se piró con su querencia para nunca jamás volver" y a "Cuando paso por tu casa compro pan y voy comiendo, pa´ que no diga tu madre que de hambre me voy cayendo", y como iba "Aquella que va río abajo se llama Panchita (...) platica con los rancheros la prieta canija, y entre ellos parece pila de agua bendita"  la mera verdad es que ya se me olvidó a mí también. En cambio, tengo presente mi ida a la Catedral metropolitana en febrero último a las 8 de la noche en ocasión de la boda de mi nieta; al terminarse la ceremonia religiosa y ya totalmente aterida de frío, me  vi precisada a transportarme hacia el salón del banquete en un remolque improvisado inspirado en el modelo de carretas desvencijadas, tirado por una bicicleta cuyo conductor padece adicción a chocar automóviles grandotes de los mexicanos broncos a su paso; este es el nuevo transporte de alquiler en mi Centro Histórico de la que fuera la Ciudad de los Palacios. 

http://www.youtube.com/watch?v=RulMyzh2gNk

viernes, 21 de junio de 2013

La Robótica


Al escuchar en un programa de la televisión española que se iba a tratar de "La Robótica", yo creí que  se trataría de alguna dama notable que había alcanzado merecida fama internacional, como cuando a Margaret Thatcher se le decía "La Dama de Acero". Error. La robótica se refiere a la nueva era de los robots que sustituyen eficazmente el trabajo del hombre agravando el fenómeno del desempleo a nivel mundial.

Un robot móvil puede programarse para efectuar su trabajo perfectamente, por ejemplo, en un sanatorio de dimensiones descomunales subiendo y bajando elevadores para repartir documentos y radiografías a un cubículo específico perdido entre otros cientos iguales, y en sus ratos de ocio de las 24 horas diarias trapear a conciencia corredores y pisos sin amenazar con huelga, perder tiempo para la torta y el W.C. Cada robot cuesta alrededor de 7 millones de dólares que, al decir de los exponentes, la inversión se recupera, es cosa segura.

Muy contrita escuchaba la amenaza del desempleo que yo creía estrictamente localizado en México, cuando escuché la clave para dar por terminada mi sesión televidente con satisfacción. A nosotros la amenaza robótica nos va a hacer lo que el aire a Juárez, el robot programado no puede improvisar y si se trata de improvisar, en México el más pelón se hace trenzas.

Apagado el televisor entonces me surgió otra incógnita. Si el profesionista desempleado es un problema de actualidad en el Viejo Continente como en el Nuevo Mundo, la improvisación de último momento no cabría en este esquema. El profesionista primero invierte 20 años de su vida quemándose las pestañas, para luego encontrar que necesita un doctorado si quiere estar a la altura, y luego encuentra que su altura es compartida por quienes rebanan jamón en una salchichonería o manejan un taxi en horario nocturno, tras haber agotado las direcciones en Internet repartiendo su currícula en "Desesperados punto com." y dándole "Enter" a "Tecnócratas desempleados, visite nuestra página Web". Ya es experto en entrevistas de trabajo en las que ha contestado "Sí" a las preguntas, ¿Sabe hablar francés, chino antiguo y conoce la diferencia entre el modernismo y el Art Nouveau? para luego oír a una voz tipluda decirle, "nada de eso le sirve aquí, debe saber tocar timbres de puerta en puerta para demostrar nuestros productos de belleza sin que se deteriore su autoestima por las negativas y portazos en las narices, para lo cual, aquí le entrenamos con un método por un módico precio al alcance de CUALQUIERA".

Habiendo reflexionado lo anterior en respuesta a la invitación que me hacía el silencio que me rodeaba, divagué irresistiblemente frente una taza de café. Nosotros los reyes de la improvisación vamos a vender el miércoles de plaza bolas de cristal para adivinar. Antes era fácil prever el destino, licenciado, médico o ingeniero, el Politécnico se fundó previendo el futuro del país en manos de técnicos. Hoy todo cambia de un instante al otro, incluso para la profesión más antigua de la humanidad ahora con sindicatos y asociaciones que demandan el respeto a las sexo-servidoras, aquellas con cédula profesional, se entiende. Se ha abierto una gama ilimitada de nuevas opciones de carreras con o sin cédula de profesionista, pero todos los titulados deben ser duchos en la magia blanca de la computación. La bola de cristal consultada por la noche antes de irse a dormir, tiene mejores oportunidades de atinarle a aquello que estará en vigor mañana, incluso la tecnología de ayer. Hoy los dentistas se enfrentan al precipicio de que ya no habrá caries, los ingenieros a los cálculos precisos por computadora de las construcciones más intrincadas de ciudades submarinas para alojar a 100 mil, los diseñadores de ambiente a los diseños a granel con sólo un clic en Internet. ¿Habrá pasado para siempre de moda "Zapatero a tus zapatos" y la aplicación de las habilidades personales se localiza en fenómenos aislados, como los curadores de pinturas de Miguel Ángel y Leonardo?


Ya me veo un domingo cualquiera junto al lago de Chapultepec, detrás de mi tenderete extendido en el piso de la banqueta, "Atrás de la raya que estoy trabajando, bolas de cristal para adivinar, a peso, a peso marchanta. ¡Aquí está la solución que esperaba! ¿Su novio tiene buenas intenciones? ¿Su marido la engaña? ¿Cuál es su número de la suerte para sacarse el gordo de la lotería? Es usted un tecnócrata pensante deambulando ociosamente, no lo piense más... Que no le digan, que no le cuenten, que no lo engañen. Aquí está encerrada la sabiduría milenaria de los aristócratas toltecas transmitida de generación a generación por vía oral a los elegidos, y yo he sido elegida para arreglar los mitotes en la cabeza de los confundidos, los desorientados, los desmotivados. A cambio de un peso usted tiene a su disposición los secretos que encerré en estas bolas de cristal. Anímese, descubra el don de ubicuidad, usted no es diferente a San Martín de Porres, puede viajar al pasado y al futuro, el tiempo no existe, es una invención de Einstein para explicar la energía atómica. Construya su presente quitándose de encima su lado negativo que le domina, eso es sabiduría pura de nuestros antepasados aristócratas para no andar diciendo no para todo, "diosito que no me pase, que no me caiga la salación". Descubra su nobleza de carácter. No sea víctima de la "última moda" de la cienciología que lo rescata de su adicción a fármacos, o de dogmas ajenos a nuestras tradiciones transmitidos por la televisión mercachifle que sólo tiene un dios; su rating. No claudique con la arremetida de hipótesis gratuitas que explican su espiritualidad y las posibilidades de su conciencia a partir de partículas subatómicas sólo imaginadas, por lo que la realidad sólo nos la imaginamos, dicen los pobrecitos extranjeros que desconocen nuestras tradiciones milenarias. Que no le engañen, usted puede conocer verdaderamente el mundo abstracto que le rodea y adivinar su futuro en la intimidad de su hogar con sólo consultar su bola de cristal. Usted no es un robot que no puede improvisar... Que no le digan, que no le cuenten... Atrás de la raya que yo sí estoy trabajando, no como otros que estoy viendo y no compran nada...

viernes, 19 de abril de 2013

Minis, Minis, Manis Morris.




Don Miguel Espinosa de los Monteros sosiega su soberbio alazán al que parece estar pegado más que cabalgarlo. De regreso a su punto de partida al despuntar el alba se deja llevar por su montura antes del anochecer en la selvática espesura sinaloense. Ha llegado a buen fin otra agotadora jornada del gallardo cincuentón de ojos garzos y luengo bigote rubio de puntas enroscadas, de vuelta ha cumplido su compromiso de amo y señor de todo lo que se encontrara adentro de su inmensa propiedad que no termina en el horizonte.

Los jóvenes Miguel y Manuel acataron la orden paterna de venir a tomar posesión de la propiedad que recién heredara su padre, totalmente desinteresado en abandonar su pueblo natal llamado Espinosa de los Monteros aledaño a la costa cantábrica fundado en la Edad Media. Venir al país con guerras civiles entre jacobinos y católicos disputándose el poder desde la Independencia, entusiasmó a los jóvenes en la edad en que se sueña con ser héroe, la ley de "manos muertas" por la que la propiedad heredada era intocable había prescrito desde 1831, así que, habiendo ejecutado Juárez a Maximiliano de Austria, la vasta tierra de los indios sinaloas era la tierra de promisión idónea para los pueblerinos con su horizonte limitado por Burgos.

El corcel resopla al divisar el sacrosanto hogar de la numerosa familia del jinete. Los cascos del equino sobre el empedrado parecen resonar al ritmo del jubiloso llamado de rigor del amo anunciando su llegada a sus 60 gatos, ¡MINIS, MINIS, MANIS MORRIS!", irrumpe en el atardecer húmedo y bochornoso la voz aguardentosa a la que Don Miguel le imprime un marcado acento afectuoso. Un segundo llamado a su jauría felina, cuidada con esmero por peones adiestrados bajo la vigilancia inclemente del capataz, le da un primer vuelco al corazón del pegaso virtual. Algo extraordinario debe haber sucedido, los 60 no salen desbocados del rincón donde se encuentren y acudan en tropel a darle la bienvenida. Brilla por su ausencia el ejército gatuno maullando y ronroneando en anticipación a que el apeado de su montura le prodigue merecido reconocimiento a cada uno de los felinos llamándoles por su nombre inspirado en su país de origen.

"Basilisa no es capaz, no puede ser que haya encerrado o amarrado a mis mininos", Don Miguel le contesta a su voz interna que le ha despertado tremenda inquietud. El alazán interrumpe su trote rítmico, relincha instintivamente al percibir la aprensión que invade al que lo monta tanto, ambos perspirando a mares se disponen a enfrentarse a lo que sea. Frente al umbral del casco de la hacienda el jinete se apea, el caballerango experimentado en acertar el instante en el que su amo le suelta la rienda acalla los insólitos relinchidos inquietantes. La diminuta Basilisa sale a su encuentro.

Basilisa profesa el catolicismo desde que tiene memoria y, por añadidura, la menudita de apariencia frágil cual figura de porcelana, a temprana edad adoptó la doctrina temporal que reza, "a grandes males, grandes remedios".

En la niña Basilisa de 13 años de edad su madre viuda delegó la obligación contraída por los hacendados de hacerse cargo de la salud, la impartición de la doctrina cristiana y el esparcimiento de los peones y sus familias. Todo marchaba sobre ruedas para la niña en cuestiones quirúrgicas, excepto el zapatero destripado que la niña cosió con hilo y aguja del mismo zapatero y explotó durante el velorio que ella conducía, pero muchos se salvaban de pulmonía doble con una incisión en el pulmón para que saliera la "sangre mala", y en otra rama de la ciencia médica, no faltó quien sanara de alferesía  bañándolo en agua de cal en tanto al médico gringo se le morían sus pacientes con este mal, las ventosas eran antídoto eficaz para el envenenamiento de la sangre, el pomo de alcohol atiborrado con mariguana en yerba, que tampoco faltaba en el botiquín de la reina Victoria de Inglaterra, era la fricción indispensable para el reumático, la herbolaria del lugar podía curarlo todo, desde la tos con jarabes de opio recolectado en las cercanías durante una semana precisa del año, hasta la infertilidad con una fórmula secreta de yerbas serenadas durante el mes lunar, con las que se preparaba el te con agua sacada del pozo a la que se le quitaban los sapos.

Por lo que a sus otras obligaciones toca, los domingos por la mañana la niña impartía el catecismo a los peones y sus familias, cuando el cura llegaba de cuando en cuando a confesarlos e impartirles la comunión, encontraba a unos feligreses adoctrinados y en proceso de su alfabetización rudimentaria con el silabario aprendido de memoria. En cuanto a su obligación de entretenimiento a la comunidad, los sábados por la tarde la niña de prodigiosa memoria les narraba un cuento de las Mil y Una Noches que su institutriz francesa le enseñara, o cualquiera de la tradición local sin repetir alguno, mes tras mes, a su audiencia sentada en cuclillas.

Las incesantes pugnas armadas por el poder de la Nación, en general, y del estado, en especial, no afectaban mayormente la hacienda de la viuda, pero la adversidad tiene varias facetas. El acceso del ganado al agostadero compartido con el vecino atrabiliario quedó legalmente prohibido, para el consiguiente número de bestias y reses muertas de la vecina durante el estiaje, la plaga del chahuixtle acabó con la cosecha, a la amenaza de quedarse en la ruina se sumó el temporal que derrumbó las casuchas de los peones resistentes a reconocer a la patrona, su único patrón era el difunto que debería sustituirlo otro de igual temple y reciedumbre. La viuda montó en cólera y a su mejor caballo también, se enfrentó a los inconformes, al capataz le asestó tremendos fuetazos, éste la tumbó del caballo y quedó coja por el resto de su vida la mandamás indiscutible.

La antisinfonía de la adversidad, sin entrar en detalles, no le impide a la niña Basilisa de 14 años escuchar la sinfonía que le penetra por todos los poros de la piel, al otear desde la ventana de su recámara en lo alto del casco de la hacienda la llegada de una aparición. La aparición no se esfuma al apearse de su caballo blanco como la nieve, el prolongado palique con el caballerango que sostiene la rienda del recién llegado intriga a la niña, pero adivina el discurso del capataz que lo conduce a la sala principal de visitas, donde lo espera la viuda coja acicalada para el encuentro convenido de antemano. Es entonces cuando la niña cae en cuenta que es el mentado hacendado que vendría a hacer un pacto sobre los linderos en Guamúchil aún sin precisarse. La división era fundamental, en el estiaje bajan las aguas del río Mocorito (antiguamente llamado San Sebastián de Évora), crucial para el agostadero del que dependía la cría del ganado mermado de la viuda y surtía el agua a la siembra de temporal. El pacto queda sellado por partida doble, la viuda tiene paso libre durante el estiaje y la niña fue comprometida en matrimonio, según se lo informó su madre cuando la aparición se había esfumado como llegó. Los arreglos de la boda se harían de acuerdo a la próxima visita del Obispo a Culiacán.

El prometido había quedado prendado de la púber al verla desde lejos bañarse en el río, y con su ropa interior mojada que la cubría del tobillo al cuello, bailar en completo frenesí la danza autóctona la Pascola, girando como torbellino al ritmo que marcaba su prima Ñupa  aporreando un tamborcillo y que, al decir de las interfectas, no volvieron a bailarla desde que se les apareció el diablo en forma de chivo con los cuernos retorcidos, suceso confirmado por el caporal que fue con el chisme de la aparición.

Basilisa parió al primero de sus 15 vástagos antes de haber cumplido sus 15 abriles literalmente, nació el 15 de abril de 1861. El sino de su marido 15 años mayor, sería el de ser extremadamente consentidor y permisivo con su vasta prole totalmente indomable, y ejercer su derecho de pernada establecido desde la Colonia. En aquella primera ocasión de la práctica del ejercicio matrimonial extracurricular de Don Miguel con la novia del caporal vestida de blanco que salía del templo casada por el cura, la Sra. Cuevas de Espinosa desapareció. Por razones de fuerza mayor salió de su escondite junto a un ojo de agua en una choza en la punta de un cerro, "se le fue la leche", los chillidos del lactante que acarreaba la convencieron. El marido infiel con fidelidad extracurricular, juró que había cumplido con La Chuyita su derecho de pernada, solamente por compromiso, un amo sin atributos de mando en todo orden de cosas no podía ser un patrón respetado por sus peones. Los compromisos ineludibles se incrementaron de forma exponencial, Basilisa no se dio por enterada más nunca, solamente se hicieron más frecuentes sus dos semanas de aislamiento en esa especie de santuario ocasional, todos sabían con precisión cuando regresaría a su hogar en el que la esperaban sus criadas entrenadas para bañarla en su tina de porcelana con leche de burra, enjuagarla con agua de rosas o de azar, lavar con agua de lluvia su larga cabellera castaño claro enjabonada con jabón de olor Reuter, peinarla de chongo, vestirla con su ajuar seleccionado para el día y perfumarla con esencias de almizcle.

Pasaron los años, cada dos pariendo Basilisa, al Federico que se lo comió un tigre por un descuido de su nodriza en un día de campo junto al río Badiraguato, el segundo Federico pronto sustituyó al primero, sería por eso que llevó una doble vida, o triple quizás, de acuerdo a su legendario historial con un detalle insignificante, su amenaza de suicidarse frente a su madre si ella no aceptaba la boda del de cuchillo en mano con mujer de reputación muy reconocida, la muñequita inflexible en todo tiempo y lugar no aceptó, el incapaz y fornido Federico, que lo mismo vadeaba los rápidos de los ríos dentro de su horizonte doméstico que mermaba el costal de monedas de oro que su padre conservaba oculto a prueba de saltadores e insurrectos, nunca contrajo nupcias, oficialmente. De las acometidas de "ataques" de un mal morboso que aquejaron a Basilisa, hasta incapacitarla durante días para reintegrarse a su estado normal, sanó completamente con la prescripción del doctor gringo (así llamados los alemanes en este suelo) mandado traer de la capital Culiacán para tal propósito, el remedio Paregórico que no faltaba en botiquín europeo desde que lo inventara Paracelso a base de opio, operó el milagro junto con la prohibición de no volver a tomar café ni oler el grano tostado en casa.

Un día de tantos, la de facciones finas y apariencia frágil le dijo a su curtido esposo de regreso de haberse desbalagado durante una semana completa sin saberse de él, "-Oiga Espinosa, usted se está enviciando en las apuestas, esa tal lotería con un gritón lurio que anuncia al ganador, está buena para las ferias de pueblo, usted no tiene vergüenza en jugar a esa sonsera que despeluca a los peones. Ya no sabe otra que jugar a la brisca y el conquián, cuando parí a Catarina en el Cerro de La Campana me dijo que ese cerro era de la niña, y ya supe que lo apostó en una jugada de conquián, no vaya a salirme con que lo perdió ", a lo que el hijodalgo llegado a estas tierras a los 21 años responde ceceando a la usanza de la Península, "-Basilita, niña de mis ojos, ni tus tataranietos podrán acabarse lo que les dejaré".

Don Miguel era religioso, a no dudarlo, pagaba religiosamente sus deudas de juego, se aseguró que le fueran entregadas 4 mil reses a quien le había ganado esa apuesta por salir primero el as de bastos en un albur con barajas españolas, pero era inaceptable que otros dispusieran de lo que le pertenecía legítima y legalmente. El gobernador Cañedo de la corriente de los científicos porfiristas pensaba de forma diferente, cayó en desuso la anarquía derivada de los cincuenta y pico cambios de mandatario en México y la local con gobernadores impuestos y depuestos en lo que canta un gallo.

Corría la última década del siglo XIX, no se vislumbraba cambio en la permanencia a perpetuidad del dictador Don Porfirio, Heraclio Bernal, bandido generoso con los pobres, asolaba Ahome y Badiraguato sin hacerle ni cosquillas al régimen dictatorial que atentaba contra el latifundio de Don Miguel colindante con diversos poblados, las poblaciones circunvecinas formaban parte de la conversación habitual de la familia, Pericos, Palos Verdes, Agua Salada, Guasave y, por supuesto, La Vainilla, con su virgen taumaturga, Basilisa atestiguó uno de sus milagros, la estatua traída de Italia para la Vainilla, por poco la confunden con la otra que debería ir a la iglesia de Guasave, pero la carreta se volcó sorpresivamente revelando el destinatario impreso en el embalaje de cada estatua.


      
  -Basilita, los gatitos,... mis gatitos...  Mis mininos... Contéstame por vida tuya, donde están -dice con voz quebrada Don Miguel a su esposa muy jirita que le ataja el paso  

        -Los envenené --responde tajante la susodicha, cuarta en mano siempre dispuesta a disciplinar a los herederos de todo lo que alcanzaran a ver cabalgando a buen trote durante todo un día, prole proclive a salirse del huacal rígido de su mamá con permiso de su papá.

        -¡Basilisa! ¿Qué barbaridad has hecho? exclama el que siente que el corazón se le escapa del pecho
       
        -"Oiga, Espinosa", dijo la señorcita Cuevas de Espinosa "a grandes males, grandes remedios, el doctor gringo dijo que el crup que le dio a Manuelito es por esos gatos, pero usted no me lo creía, y hasta a los que les embarré manteca en los bigotes regresaron de donde los mandé aventar...",

Cosas de la vida, en 1910 Basilisa abandonó Sinaloa para siempre, por no decir a Don Miguel que "le había dado por tomar" y perdido todo lo que le quedaba por perder apostándolo, con el RIP oficial de las tales "manos muertas" que murieron de veras con el acta de defunción expedida por el gobernador. Llega a la Capital la cincuentona con sus dos hijas menores de 10 y 8 años a arrimarse con el Lic. González, abogado de Don Miguel en sus asuntos de la Capital. No era para durar tanta ventura en un palacete porfiriano, la prole de 7 varoncitos eran locos todos ellos, según sospecharan las fuereñas aterradas ante los 7 comiéndose a mordidas las esquinas de las paredes y como única terapeuta una mamá histérica con cada nuevo pilar mordido. Pronto se hicieron indeseables las recogidas.

Asidas las dos niñas de la mano de su mamá presenciaron El Desfile del Centenario, en el que Don Porfirio hizo un despliegue de lujo y boato comparable a la coronación del Emperador Iturbide en la Catedral Metropolitana. Mal acababan de recuperarse de su asombro las provincianas boquiabiertas ante los landós conduciendo a la aristocracia de Europa y Oriente, precedida por el contingente de cadetes relucientes como sus caballos enjaezados, cuando estalla la Revolución. Don Miguel permanece en Sinaloa, increíblemente se ha quedado en la ruina, no sólo perdió lo que le heredó su padre, sino lo que su hermano Manuel le cedió al hacer el voto de pobreza para ir a ordenarse sacerdote en Italia como su tío, el legatario original de un cacho de Sinaloa, pero el joven Manuel se arrepintió al hacer el voto de castidad, regresó a Sinaloa, requirió en amores a la viuda coja, su hija Basilisa no volvió a dirigirle la palabra a su madre que murió en Sinaloa abrazada de Manuel. Las arrimadas cambiaron de domicilio, para arrimarse en casa de la esposa de general con el peor carácter conocido de generala alguna, la hija de Basilisa que llevaba su nombre.

La Revolución siguió su curso natural. El intrépido Fernando, el benjamín de Basilisa, general de división a sus 21 años de edad, que no obstante se dio su tiempito para casarse por la Iglesia y por lo Civil en incontables ocasiones, fue víctima de una celada en el ferrocarril en el que salió de Tepic para encabezar un Golpe de Estado antes de su cumpleaños 22. De Federico no se volvió a saber, su hermana casada con un negro inglés de la edad de Don Miguel radicado en Tepic a la sazón, aseguraba que, tras el descarrilamiento de 1913 que conmocionó al país, en el que Federico por salvar a una niñita de los escombros le cayó encima un vagón que le incrustó vidrios en todo el cuerpo que nunca logró sacarlos en su totalidad, se dedicó al comercio de armas traídas de contrabando de EU. La hija de carácter insufrible y con temple para enfrentarse al grupo de revolucionarios encarabinados que querían asaltar su casa, enviudó, o mejor dicho, no se volvió a saber de su marido general, que es lo mismo. La otra hija de la mayores con cara de camafeo y cuerpo de uva, casada con militar también, en su peregrinar siguiendo a su marido y pariendo prietitos con alma bohemia por parte de padre, sobrevivió lavando ropa de munición en Guaymas junto al vagón perforado de bala que tenía por hogar, su marido la abandonó un rato, mientras fue a las cuevas de los tarahumaras para esconder a Johnson, un gringo-gringo acusado de traición por los federales. Entre tanto, a Basilisa y sus dos hijitas las separaban de los balazos revolucionarios el portón apolillado de su casa en la calle de Las Artes en la Capital que les puso el hijo soltero Manuel, retirado del Ejército por su precario estado de salud, la vigencia de la dieta del niño Manuelito de huevos y sangre de tortuga en Altata impuesta por su papá había caducado, entonces salía a a las calles de la ex-Ciudad de los Palacios a robarse quelites para matar el hambre de su mamá y sus dos hermanitas menores, ya que los billetes bilimbiques salidos de la imprenta del Primer Jefe Carranza que llenaban el enorme arcón de Basilisa tenían el sello de "revalidados", las monedas de oro enviadas por Don Miguel, único medio de comprar comestibles, se tardaban mucho en llegar, o se quedaban en el camino.


En su intento por convencer téte-a téte al gobernador de Sinaloa Iturbe, que sus tierras habían sido enajenadas de forma ilegítima y su restitución legal no tenía el obstáculo de las argucias y patrañas utilizadas en el despojo porfirista, viajó a la Capital Don Miguel. Pero Iturbe estaba en Querétaro celebrando con Carranza y con un selecto grupo de notables la Constitución del 5 de febrero de 1917. Mal había llegado a la casa en la calle de Las Artes, cuando Don Miguel muere de pulmonía fulminante, como es lógico y todo el mundo lo sabe, comer sandía fresca tras un baño prolongado en tina con agua muy caliente es inevitable la pulmonía. Si Basilisa intervino quirúrgicamente a Don Miguel con la incisión pulmonar con la que muchos peones de la niña Basilisa sanaron de pulmonía, es secreto de familia. Sus 24 nietos siguieron disfrutando de la prodigiosa memoria de la abuelita contando cientos de cuentos hasta el último de sus días a sus 82 años de edad, o quizá 80, siempre se aumentó dos años para ocultar que se casó siendo niña  

domingo, 24 de marzo de 2013

Dos mil cincuenta.


Hace unos cincuenta años México se enfrentaba a un problema mayúsculo: la mayoría de su población era menor de edad. Hoy el problema nacional es la sobrepoblación de ancianos, en contraste con el número de nacimientos a la baja. Los estudios demográficos predicen que México se enfila hacia un problema muy serio en términos económicos y humanos para el año 2050, por un alza persistente de la población senil improductiva, sin adultos que los cuiden ni niños que los apapachen.

Entre el problema demográfico actual y su antecesor diametralmente opuesto, se sucedieron una serie de acontecimientos inéditos. La humanidad siempre se ha enfrentado a nuevas transformaciones de diversos órdenes, afortunadamente; por eso estamos aquí ahora. A diferencia de los irracionales que necesitan adaptarse a su entorno para sobrevivir, el ser racional del reino animal ha adaptado su entorno a sus necesidades. Es la inconformidad nata siempre insatisfecha en el humano, tal cual lo ordenan las leyes inapelables de la Madre Naturaleza, por lo que el panorama terrestre ha sido modificado como lo conocemos hoy día. La gran diferencia ahora consiste en que, debido a la rapidez con la que se han precipitado en cascada los avances científicos y tecnológicos, desde mediados del siglo XX las sociedades, una y otra vez, vuelven a ser tomadas por sorpresa. Los reacomodos socioculturales llevan otro paso.

Hace 50 años la mortandad infantil se redujo sensiblemente para éxito espectacular de los avances en medicina. En las escuelas se vacunaba a los alumnos contra la viruela por cuenta del Estado, y en su casa eran atendidos por su médico de cabecera con los recientes descubrimientos de los antibióticos y antivíricos para abatir enfermedades históricamente mortales, como la tifoidea, la pulmonía, la tuberculosis. Convertida en problema la sobrepoblación infantil, el Estado se empeñó en campañas de "programación familiar". La nación mayoritariamente católica puso el grito en el cielo. Con la aparición de "La Píldora", el anticonceptivo infalible para evitarle a la mujer embarazos no deseados, sin la aprobación del Vaticano la campaña estatal ganó terreno. Los dispositivos permanentes implantados por el ginecólogo a la mujer que deseaba "programar" su familia, con o sin el consentimiento de su pareja, reforzaron el éxito del objetivo del Estado.

Así las cosas, con rapidez inusitada se sucedieron avances científicos y tecnológicos hasta la llegada del nuevo milenio, rebasando la imaginación más desbordada de la ciencia ficción antigua y reciente. Los terrícolas apenas se reponían de un azoro, cuando volvían a quedarse boquiabiertos sin un marco de referencia al cual recurrir en toda la historia. Los contemporáneos a la era atómica, oficialmente inaugurada con Hiroshima y Nagasaki, vieron por su televisor doméstico la llegada del hombre a la luna rebasando las profecías de Julio Verne. El doctor Barnard que había trasplantado con éxito el corazón de un humano a otro, abrió el nuevo mundo de los trasplantes de órganos humanos. El término de la prolongación de la vida llegó a depender del switch eléctrico del pulmón de acero. Todo estaba de perlas, hasta que los terrícolas descubrieron que el SIDA no era privilegio de Rock Hudson. No por ello reculó la "liberación femenina" y la "liberación gay" desencadenadas desde el sacudimiento cultural de la psicodelia. Pasaron de moda los contubernios en la trasbotica entre el cliente y boticario quien, como el sacerdote, escuchaba en voz baja la confesión de su cliente sonrojado que quería comprar un condón. Junto con las aspirinas y los remedios para callos ya se exponían en los anaqueles de las farmacias las diversas marcas de preservativos, eficaz preventivo contra el VIH.

Actualmente, si algún adulto despistado desea informarse sobre actividad sexual segura, con confianza puede recurrir a una niña de 14 años de cualquier estrato social, edad en la que la actividad sexual comienza, según censos oficiales. Con todo y la revolución del Viagra, para sustituir a prueba de errores la mandrágora y otros afrodisíacos naturales de efectos erráticos utilizados por los Casanova decrépitos, ya nacen pocos niños en México. Ahora resulta que el problema es la natalidad controlada en esta era de la mundialización, con hombres y mujeres que tienen otras prioridades a la de ser padres y se cuidan escrupulosamente contra el SIDA. Hoy por hoy, existe una proporción en desventaja de mexicanos productivos, comparativamente a la población senil improductiva. La prolongación de la vida ya llegó, ya está aquí y otra vez la sociedad se quedó a la zaga. Como nunca antes, los albergues para ancianos han proliferado, las instituciones privadas son negocios más que redituables, los asilos de asistencia pública están sobre poblados.

Yo no aceptaría la chamba de profeta para el 2050. Las investigaciones del genoma humano prometen prolongarle la vida al bisabuelo interesado en hacerle la competencia a Matusalén, nadie tiene la más vaga idea de cuál rumbo tomarán los experimentos irracionales al respecto fuera del control médico, estatal y religioso. Prefiero seguir compartiendo sueños con mi nieta sobre las posibilidades de los viajes interespaciales para turistas. Si lográsemos las dos agarradas de la mano romper la barrera del tiempo, en un santiamén regresaríamos al planeta tierra y todos los terrícolas que conocemos tendrían 100 años más que nosotros, mínimo. Los profetas de mi tierra quedan cordialmente invitados a departir en este festín onírico sin límites en la era de la globalización, con oportunidad  de evadirse del problema demográfico con sus alzas y bajas fluctuando cada sexenio, no se diga en ocho hasta el 2050. 

jueves, 7 de marzo de 2013

Realismo Mágico Extemporáneo


La narración sistemática en orden cronológico de los acontecimientos pasados verdaderos se toma por historia. También es historia la relación de los sucesos públicos y políticos de los pueblos, o los hechos y manifestaciones de la actividad humana de cualquier otra clase. Con igual valor la voz historia significa la obra compuesta por un escritor, una fábula, cuento o narración inventada, un chisme o enredo.

Los pueblos han transmitido su historia verdadera abarcando el amplio sentido literal multívoco del vocablo. El sagaz consejero real  Tlacaélel reformó el orden político, social y económico de los aztecas y modificó su historia como tribu perseguida (1428 d.C.), al numen Huitzilopoxtli que los guió en su peregrinar hasta su establecimiento en Tenochtitlan lo elevó al mismo plano del dios de la sabiduría Quetzalcóatl de los aristócratas toltecas y, desde entonces, la vida del Sol-Huitzilopoxtli debía mantenerse con el agua preciosa de la sangre de los sacrificios humanos [León Portilla, 2000], la ofrenda más preciada era el corazón del guerrero. El poeta ciego Homero (900 a.C.), autor de la La Ilíada y La Odisea basadas en crónicas transmitidas oralmente durante 400 años, recitó de pueblo en pueblo la mítica Guerra de Troya por el rapto del rey Paris a Helena, esposa del rey Menelao. Casi un milenio después el poeta latino Virgilio la dio por un hecho e inmortalizó en su Eneida al gigantesco Caballo de Troya hecho de madera, que ocultaba en sus entrañas al rey Menelao y sus espartanos, ardid con el que sorprendieran al rey de Troya para rescatar al epítome de la belleza femenina Helena. El Emperador Augusto encargó a Tito Livio escribir la historia de Roma desde su fundación, con puntilloso esmero el escritor latino entregó su tarea imperial de la historia de Roma desde el 753 a.C. hasta el 9 a.C. en 142 libros de las Décadas, para constancia del entusiasmo patriótico del laureado historiador y su carencia de investigación crítica.


Desde que el hombre es hombre ha convivido con la guerra. Las culturas se desarrollaron considerando este aspecto inherente de las sociedades. El enemigo existe, siempre está ahí, ya sea para arrebatarle a otro lo que tiene, o para que no le arrebaten lo suyo. La patria necesita guerreros héroes, si son vencedores, estupendo, si son mártires, mejor todavía. En tal virtud, los guerreros son transmutados en dioses del Olimpo y el pasado fáctico de la patria transformado en épico, a discreción del historiador encargado de formar la conciencia patria de su nación victoriosa o derrotada. El Estado selecciona los segmentos históricos que deben olvidarse oficialmente en el régimen establecido, únicamente 35 tomos del autor Livio han logrado sobrevivir toda suerte de vicisitudes, sabido es que el presente perpetuo convierte a los pueblos en manipulables.

Desde que la guerra es guerra su propio código es interpretado universalmente con precisión meridiana, expuesto fielmente por Maquiavelo (1469-1527): “El fin justifica los medios”. Los expertos en las artes castrenses que nos descifran este código nos desvelan que todos los medios utilizados en la guerra son válidos por infames que sean, si con ellos se obtiene la victoria perpetuamente recordada por la Historia Universal, de los "medios" nadie se acuerda. El florentino autor de El Príncipe exalta al Estado fuerte, y para conseguirlo, el gobernante ha de ser hipócrita, falso e incluso asesino, desentendiéndose de los intereses de sus súbditos. Algunos interpretan que Maquiavelo incluye entre "los medios" al hermano gemelo de la guerra, El Espionaje, siempre agazapado peleando su propia guerra subterránea tendiendo sus redes en la sombra hasta el clímax del heroísmo o la vileza. En tiempos modernos este gemelo salió del clóset con el nombre de Servicio de Inteligencia, la segunda profesión más antigua de la humanidad. "Cosa distinta es amar a la Patria a amar su historia infame", nos podrían decir los italianos del Circo Romano y Los Doce Césares del biógrafo Suetonio.

A la velocidad de la luz los mexicanos podemos explicarnos las inconsistencias patentes de la historia tomada como el pasado verdadero de nuestra patria y sus colosales "olvidos patrios", con sólo echar mano de una maravillosa alternativa "muy nuestra": "México es Mágico". Para unos autóctonos magia significa el arte de hacer cosas extraordinarias, maravillosas, admirables, asombrosas de la competencia exclusiva de los dioses en nuestro Olimpo. Para otros, es un arte de encantamiento, hechizos y sortilegios que practican los iniciados herederos de los profetas de Moctezuma. El "mágico-mexiquense" es espectador estático de su destino ineluctable, en espera que le caigan del cielo las soluciones de sus problemas y los de su país. El único antídoto conocido para contrarrestar esta aflicción es la experiencia fáctica, en sustitución del bebedizo de la experiencia imaginaria. Las piezas faltantes del rompecabezas de la República Mexicana no se encuentran entre las piezas sobrantes del rompecabezas de "México Mágico". En la medida que no le asista la verdad fáctica a nuestra historia patria, no podemos apoderarnos de nuestro pasado que nos pertenece para saber quiénes somos, hacia dónde nos dirigimos en esta era de la mundialización. "Si dejas fuera todos los errores, dejas fuera la verdad", nos asegura el hindú Rabindranath Tagore.

Los relatos históricos verdaderos se consideran virtualmente inexistentes, no obstante, el acervo de documentos recientemente "desclasificados" y la comunicación cibernética traspasando fronteras sin que puedan evitarlo las censuras consabidas, ha desmitificado tótems correligionarios. Con ello no estamos obligados necesariamente a decepcionarnos del Ideal de su causa, si también fuese el nuestro. Raquítico sería nuestro Ideal que no resistiera la confrontación con sus opositores, elaborando su propia sinfonía única con la misma gama de sentimientos utilizada por el resto de la humanidad, a semejanza de la misma escala de notas musicales con las que se ha creado toda la música que conocemos. El éxodo de dioses del Olimpo autóctono pone a nuestro alcance la enseñanza de su experiencia, la sabiduría destilada de sus yerros y aciertos humanos, en los que no se debaten los dioses etéreos, infalibles, invulnerables que no son como nosotros. De tal manera, algunas almas arrojadas a alguno de los 9 niveles del infierno del panteón azteca han sido rescatadas, otras han sido redimidas del infierno ideado por Dante Alighieri en su Divina Comedia que, por coincidencia asombrosa, tenía 9 círculos. Quizá, esta fórmula desmitificadora sea efectiva para dejar de "arrastrar en andrajos nuestro pasado vivo" [Octavio Paz], ya que, al desparecer las causas persisten sus efectos.

Ciertamente la historia del Anáhuac es tan rica, que cualquier capítulo elegido al azar pudiera ocupar la vida entera del interesado en profundizarlo a fondo. Para quienes no pretendemos dedicar nuestra vida cuales eruditos especializados a dragar de la memoria patria los más recónditos recuerdos almacenados, un vistazo a la información ahora liberada del control de los monopolios oficiales consabidos, pudiera significar la diferencia entre seguir ocupando un espacio de México Mágico, o vivir en la República Mexicana. Aquellos quienes buscan respuestas mágicas para la realidad actual mexicana no están invitados a este banquete, tampoco los escépticos subyugados por su ilusión de estar incapacitados para redimensionarse día a día. Exclusivamente son requeridos compatriotas que aman profundamente a México, inconforme con las versiones inaceptables del mítico caballito de Troya autóctono tomado como nuestro pasado genuino. La perla es la producción de la irritación de la concha nácar, los avatares a los que se enfrentaron nuestros antepasados es su inapreciable herencia de la perla de su experiencia. De este tesoro también hemos sido despojados, no solamente por extranjeros de intereses aviesos, sino por oriundos cumpliendo con su deber de despertar el nacionalismo patrio mediante la ejemplar conducta sacralizada de nuestros próceres. Delusivamente transfigurada la condición humana de quienes nos antecedieron se han creado dioses fatuos míticos, que producen fuegos fatuos para trasnochados en los panteones y el desdén por la perla de la enseñanza insustituible de su experiencia y condición humana contradictoria de aciertos y errores, vicios y virtudes, dudas, deslices o traiciones, lo cual, no es la primera panacea inventada en este planeta para que no nos tropecemos con la misma piedra una, y otra, y otra vez más, sino que la sola identificación de la piedra disipa nuestros problemas fantasmagóricos.

La realidad no desaparece con el tiempo, siempre está ahí, es inmune a las quimeras personales y colectivas, más tarde o más temprano nos lanza de nuestro refugio anti-realidad y nos pone de patitas en la calle donde circulan los demás terrícolas. Fue inútil el esfuerzo de la Santa Inquisición de condenar a Galileo Galilei (1564-1642) por el sacrilegio de aseverar que la tierra giraba y no era el centro del universo, en oposición a lo que Dios mandaba interpretado por el Papa Urbano VIII difundido desde el púlpito de las iglesias católicas de todo el mundo. Las revelaciones de Galileo, hoy por hoy, son fundamento de la astrofísica, independientemente de que alguien en este mundo lo niegue, tal como los católicos negaron sus descubrimientos astrales durante los tres siglos que tuvieron prohibido hasta mencionar su nombre. Galileo se desdijo ante sus Inquisidores para salvar su vida, murió profesando su fe católica apostólica y romana y se dice que su última frase fue, e pour si muove, [y sin embargo, se mueve], título de una novela atesorada por la literatura universal.

La Iglesia a lo mejor nos pide perdón un siglo de estos por repetir su error con Galileo al acallar el desfiladero mental colectivo que incidió en la Guerra Cristera (1926-1929), y el Estado Mexicano arrepentido de "olvidarla" por ser "políticamente incorrecta", en un aparente pacto tácito entre ambos. Nuestra realidad presente exige respuestas concretas en sustitución de misterios míticos legendarios del tradicional, maravilloso, único realismo mágico mexicano melancólico, hoy por hoy, extemporáneo para sustituir la realidad presente del ciudadano libre de la República Mexicana. Mañana será otro día, el hermetismo secular de los Top secrets se enfrenta a la apertura de la comunicación mundial sin control y a la habilidad de los hackers que se divierten auscultándolos desde su computadora personal, los antropólogos e historiadores prometen modificar la historia precolombina que conocemos asistiéndose de la tecnología y la ciencia que avanzan prodigiosamente. Mañana veré si habré de restañar nuevamente heridas que me infligen mis ilusiones demolidas al chocar con la realidad develada de mi entrañable Patria, de mi tierra regada y fecundada por mis ascendientes con su sangre, que es la mía, fundidas en el crisol de dos civilizaciones poderosas, la mexicana y la española mutuamente acreedoras y deudoras, como dijera al recibir el premio de Literatura en España el indio oaxaqueño que llegó a pie a la Ciudad de México sin saber castellano, el extraordinario Andrés Henestrosa (1906-2008). Yo no estoy dispuesta a auto-desheredarme de ninguna de las dos para caer en la filosofía del absurdo, "ni india ni española, sino todo lo contrario", o su contraparte más clara, "la india y la española son mutuamente excluyentes". Nuestro santo y seña reconocido por todos los mexicanos SIN EXCEPCIÓN es único en el mundo y no es indio o español, la mentada de madre es mexicana, es mestiza, es inmune a la penetración cultural, a esa hermana menor del gemelo diplomado en la segunda profesión más antigua de la humanidad, ejerciendo ella la primera con un objetivo simple, destruir voluntades ajenas para imponer las propias, o sea la guerra psicológica. Esta empresa podrá llevarla a cabo la hermanita, solamente si no nos adueñamos de nuestro pasado, en sustitución del Realismo Mágico Mexicano, maravilloso y extemporáneo para solucionarnos nuestros problemas reales actuales.


miércoles, 6 de febrero de 2013

La Estatua Incómoda



Por qué, para qué, de parte de quién todos me preguntan, ¿cómo te sientes? Inmediatamente me dan ganas de ahorcar al preguntón que se dispone a escudriñar mis emociones sin mi autorización y, para acabarla de amolar, esperan que mi respuesta sincera sea mínimo, "no quepo de felicidad". Pero cómo poner en palabras la vorágine de emociones en mi primer día libre después de un año y medio convertido en instantes que nunca acaban de pasar. Ya perdí forma, por más que corrí a todos con cajas destempladas no se larga nadie, todavía ahí están abajo todas esas buenas almas esperándome a que acabe de bañarme para decirme, "pobre de ti" arrojado a mi regazo cual tarántula, para sentirse bien ellos y yo peor. Cualquier cosa antes de dar lástimas. A lo mejor con mi léxico enriquecido en este año y medio me los sacudo. Ni aunque quisiera, ni cómo explicarles lo inexplicable hasta para mí misma, en la cárcel sané de hipocresía.

Ahora sumergida en mi baño de tina que tanto extrañaba me siento inmune al remolino de ideas confusas que me traigo. No salgo de mi pasmo y asombro, la realidad que veo y toco no es un sueño con otro despertar a la pesadilla tras las rejas. Esta incredulidad devora mi confianza, no vuelvo a creer en nada ni en nadie. Mi vergüenza está ligada a todas mis emociones, la ira la llevo conmigo, no encontraría desquite incendiando el mundo entero, mis resentimientos no me caben en el pecho. Tengo miedo, mucho miedo, miedo al mañana, miedo de mi hijita con madre ex convicta enfrentada al qué dirán durante el resto de sus días, me da miedo hasta escupir en la banqueta, no sea que se haya vuelto delito y el policía de punto me arreste, tengo temor de que mi miedo a sentir miedo me aprisione tras las rejas de mi mente.

¿Cómo empezó todo? Tiempo de sobra he tenido pensando la forma en que las cosas podrían haber sido diferentes, estoy convencida de que me faltó la malicia necesaria al ascenderme Mr. Fisher a Directora de la compañía y registrar mi firma en los bancos, pero cómo sospechar que el canalla planeaba que yo fuera la responsable del fraude que él cometió y se llevó de corbata a los inversionistas... Ya no quiero pensar más en eso, la libertad debe acompañarse del pensamiento ... ¡nada ni nadie me lo impide!

Tengo que capturar esos momentos de mi dicha plena al lado de Augusto, tan inmensa, que no me importaba lo que me pasaría el resto de mi vida. Pero… ese pasado lejano tan mío, lo tengo tan borroso. En esos atardeceres bajo la higuera del jardín en la casa solariega de su abuela, ¿qué nos decíamos? No me acuerdo bien a bien. Creo que Augusto comenzó a arrobarme con sus conocimientos de los griegos clásicos que me transportaban al Partenón como si estuviera viendo los frisos de Fidias, o con su explicación del Art Nouveau, y del Chac-Mool del inglés Henry Moore, o su síntesis del arte moderno en su versión particular mexicana, o, simplemente, relatándome su vida errante en Nueva York hasta regresar a México hecho un bailarín consumado y dedicarse de lleno a un bloque de piedra vuelto obra de arte en sus manos.

Escapa a las trampas de mi mente esa estatua mía en piedra que cinceló con tanto amor, epílogo mudo de cuando él y yo nos encerrábamos en esa buhardilla que él llamaba taller, hasta revelarme desnuda en esa mujer gigantesca con dos cántaros de agua recargados en mi cintura abrazándolos, más que sosteniéndolos, para que siempre manara el agua cristalina de la fuente a sus pies. En ese éxtasis desaparecía el universo con su pasado y su futuro, sólo él y yo existíamos entregándonos mutuamente al unísono en un mismo instante en el que el tiempo se detenía, libres de toda sombra y pensamiento que no fuera ese momento de la plenitud y el sentido de haber nacido. Eso lo recuerdo detalladamente, pero no capturo su intensidad sino como en una escena de una película muda, ¿tendré mis emociones petrificadas también? A lo mejor no todo está perdido, me reanima que mi juventud petrificada permanecerá en la fuente a pesar de la Liga de la Moral y la Decencia, a pesar de que la esposa del Presidente Manuel Ávila Camacho le puso calzones a la Diana Cazadora de la Avenida Reforma y a mí también y con el cambio de gobierno se modificó la orden, como suele suceder sexenalmente.

 ¿Quién iba a decir que Augusto luego haría monumentales estatuas patrioteras apegado al nuevo arte que se impuso de simplificar las líneas con un distintivo sello mexicano como mi estatua? A lo mejor las nubes de polvo que respiró al esculpir esos monolitos le provocaron su tuberculosis. ¿Por qué no me la contagiaría? Qué angustia tuvimos los dos antes de estar seguros. ¿Hace cuánto que murió en esa cabaña perdida en las nieves de la sierra de Durango? Un siglo. Mil siglos, da igual.

¿Tuve más miedo cuando enviudé física, mental y espiritualmente, que cuando entré a la cárcel? Es diferente. Madre soltera dolida hasta el tuétano, con la Muñe de un año, en la calle de en medio y repudiada hasta por mi ricota familia persignada no me sentía impotente. Fui a tocar puertas hasta encontrar trabajo con Mr. Fisher. En cambio, el horror a la prisión si me paralizó antes de poner un pie adentro. Nadie puede estar más asustada que yo cuando pensé que mi papá y Checo no me sacarían de esa cárcel inmunda, ni podría estar más aterrada que yo por compartir mi celda con una que asesinó a su marido, las cosas tan terribles que ella me contó de las celadoras me asustaron más que las que me contó de las otras presas, no pegué los ojos quién sabe por cuánto tiempo antes de hacerse mi mejor amiga y darnos ánimo por esos ruidos nocturnos y quejas que asustarían a los locos de La Castañeda.

Ahora que voy a vivir con mi papá y Checo, espero que se vuelvan igualmente desaprensivos hacia su anterior consternación por la “oveja negra” desnuda para la posteridad como la de "El Beso" de Rodin, y si no dejan de acosarme, me re-don-canso que puedo escaparme de esta nueva reclusión imaginaria, y con toda MI libertad que realmente tengo y puedo gozarla si me doy permiso, me salgo a las calles a tocar puertas hasta encontrar chamba para emanciparme. Peeeroo si no me había dado cuenta lo que envejecí, este espejote de mi mamá siempre quise hacerlo añicos, mañana mismo me pinto el pelo de negro piano y, luego, averiguaré si me curé de espanto como me instruyó la reclusa acusada de ser bruja profesional. A los preguntones reunidos aquí abajo, más les vale que me esperen sentados hasta cuando yo despierte... MAÑANA, sintiéndome la princesa de Kapurthala recostada en suaves almohadones sobre esta mullida cama en la que me voy a echar un clavado ahorita mismo.

viernes, 25 de enero de 2013

Yo sí quisiera que regresara Santa Anna.



Yo sí quisiera que regresara Antonio López de Santa Anna, la verdad. Me urge comentar con él una película gringa. No me interesa, ni tantito así, que me explique los procesos de su pensamiento variopinto que utilizó para ser once veces Presidente de la República Mexicana hasta convertirse en Su Alteza Serenísima. Eso lo tengo clarísimo. Nombre es destino, y el suyo no es la excepción que confirma la regla, su apellido le destinó la Sociedad Anónima que le distinguió durante su trayectoria omnipresente en nuestra Historia Patria. Qué mala suerte que no se llamara Santiago de Rodríguez López, por ejemplo, caray, predestinado a una Sociedad de Responsabilidad Limitada y, así, el que peleó en nuestro suelo más batallas que George Washington y Napoleón juntos, no hubiera tenido que evocar a "nuestro destino fatalista ineluctable contra el que nada se puede hacer" por haber claudicado más de la mitad de México a United States of América tras invocar su Destino Manifiesto ultra yanqui, igualmente fantasmagórico al nuestro, pero en sentido contrario hasta forjar un imperio de poder con guerras afuera de su territorio.

Ni para qué escucharle su versión de los hechos en El Álamo al Generalísimo Sociedad Anónima. Lo sé todo. Lo que no me enseñaron en la Primaria de antes, muy antes cuando a ninguna mente calenturienta se le había ocurrido eliminar la asignatura "Historia y Civismo" del plan de estudios hasta de mi Secundaria, lo encontré en el ciberespacio. Todo fue una, ver la película gringa El Álamo  (John Lee Hancock, 2004) y salir destapada de mi butaca a sentarme frente a mi PC resuelta a consultar los archivos de Tejas. Sintiéndome totalmente preparada para lo peor, según me avisa mi experiencia con películas gringas que se meten con México, esta vez no lo sobreviví estoicamente, me asaltó la imperiosa necesidad de comprobar la certeza de las crónicas de mi abuela nacida en la casa aledaña a la fortaleza tejana El Álamo en San Antonio de Bexar.

Entre el cúmulo de top secrets caducos que contenían los archivos texanos, me topé con las fotocopias de los dos Tratados de Velasco con la firma de S.A. al calce, uno “público” para darlo a conocer al pueblo inmediatamente, y el otro “secreto”, o sea un Top Secret de Estado que se lo reservaría EU para darlo a luz oportunamente, ambos tratados pactados en el pueblo tejano Velasco redactados en inglés y en español, para luego no salir ni yanquis ni anti-yanquis con aquello de, “¿me lo podría repetir por favor?”. Este lapso amnésico académico es el epílogo de la incursión de S.A. en El Álamo en 1836, aquella vez cuando al frente de su ejército de 6 mil reunido por grado o por fuerza en el trayecto de francachelas de S.A. desde la Capital, fue a someter al puñado de sajones alzados contra el cambio de régimen al centralismo, al que deberían someterse los colonos asentados en la inhóspita Tejas por un permiso especial de la Corona española en 1819, renovado en 1821 al peninsular Moses Austin radicado en Missouri que pertenecía a Nueva España, y renovado en 1829 por nuestro insigne Presidente mulato Vicente Guerrero a Austin hijo, colono esclavista nacido en Virginia, quien pasó a la historia como el único propietario en la Unión Americana que haya tenido una extensión de tierra igual a la del estado de Massachusetts.

Resulta que los Top Secrets dejaron de ser secretos y ratificaron gran parte de las crónicas de mi abuela.  Disminuyó mi desconfianza en veracidad de Mamá Grande al recordar que se cambió el nombre de Magdalena por el de Elena, este nombre que ella inventó aparece en sus documentos oficiales y así me bautizaron, y como nombre es destino, llorar como Magdalena no se me da desde que mi hermana mayor me quitó la bicicleta que me había regalado cuando cumplí 9 años, llanto que cesó al vengarme a mi entera satisfacción, que no viene a cuento en este espacio.


Con la compra de la Louisiana por la que Jefferson pagó 6 centavos el acre a Napoleón, United States of America reducido a 13 colonias arrinconadas en su costa norte del Atlántico, expandió sus fronteras hacia el este hasta colindar con Nueva España desde los Grandes Lagos hasta la desembocadura del Misisipi en el Golfo de México. La línea limítrofe del territorio que cada cual reclamaba para sí fue motivo de enconadas disputas entre ambos gobiernos. Territorio neutral se le llamó a la franja pendiente de delimitar su frontera con el estado sureño de Louisiana, “tierra de nadie” para los de la Unión Americana que utilizaron sus costas para alijar esclavos negros traídos de Liberia. En 1819 España cedió la Florida a EU a cambio de 5 millones de dólares, el acuerdo de la frontera con Tejas ya no pudo aplazarse. EU demandaba fijar su extensión hasta el río Bravo, pero en el tratado celebrado en ese año entre el futuro presidente Adams y el representante de Fernando VII, Don Luis de Onís, acordaron establecer los límites fronterizos en el río Sabinas, quedando Tejas incluida en la Nueva España.

Los colonos tejanos se mostraron insatisfechos con la “concesión” a España del territorio que llegaba hasta el río Bravo. Se avivó el fuego que se creía extinguido de las primeras acciones separatistas de los residentes montados en la Independencia de Hidalgo. Los colonos recién asentados se opusieron al centralismo que impuso S.A. en una de sus tantas  incursiones en la Presidencia, de manera tal, la esclavitud llevada a cabo con el federalismo anterior ya era anticonstitucional, precisamente, en la cual se basaba la economía de Tejas que dependía de su producción de algodón.

Los colonos separatistas sometieron al general Cos y su contingente resguardando la fortaleza El Álamo en San Antonio de Bexar. Y ¿cuándo no?, allá va S.A a remediar el entuerto recién había abandonado por cuarta ocasión su butaca que él llamaba Silla Presidencial. Al frente de 6,000 arrasó poblaciones desprotegidas, en El Álamo hizo una pira con 400 prisioneros, el lloroso David Crocket incluido, no obstante su súplica de hinojos ante el Generalísimo. Creyendo haber ganado la guerra, S.A. se dirigió con 700 de los suyos hacia la costa para embarcarse rumbo a Veracruz, Cos permaneció acuartelado en El Álamo con el grueso de la tropa. Los colonos que a la sorda días antes habían declarado la "República de Texas", sorprendieron a S.A. y a los 700 durmiendo su siesta vespertina, el encuentro se decidió en la cercanía del Rió San Joaquín. López S.A. le ordenó a Cos la rendición de la plaza, él irreflexivamente  le hizo caso al que ni era Presidente en ese momento. Por una circunstancia fortuita, un residente tejano descubrió a S.A. cuando huía disfrazado de civil y lo llevó frente a Sam Houston, Major General de la "República de Texas", anteriormente bautizado Samuel Pablo por así exigirlo Nueva España para los empleados públicos.  A modo de saludo, S.A le dijo a su captor, "Debe sentirse honrado por haber derrotado al Napoleón de Occidente". 

Nada de lo anterior le comentaría a S.A., yo sé más que él de eso de "que la historia lo juzgue", sino quisiera preguntarle su punto de vista sobre algunas películas, eso  ni cómo saberlo por Internet. A lo mejor S.A. está encantado porque ni siquiera se mencionan los Tratados de Velasco en la película yanqui que se extiende sobre un Generalísimo de Plástico, y está de acuerdo conmigo, ¡qué horror de producción!...  Pero qué tal si S.A. me dice que el film está apegado a la realidad. Entonces no es cierto que mi abuela cursó sus estudios con las monjas ursulinas en uno de los múltiples conventos fundados siglos antes en San Antonio de Bexar, inexistentes en el horizonte plano y terregoso de piel rojas en medio de la nada, y que no se debe a tacañería, ignorancia, insensibilidad o perfidia de los productores, que las emblemáticas construcciones aledañas al zócalo no aparezcan en escena, ni los fuertes en la ribera del río que atraviesa la ciudad, sino que, verdaderamente, no forman parte del panorama.


Entonces todo lo habría inventado Mamá Grande, como le llamábamos a mi abuela paterna sus nietos, Era un cuento de hadas para sus descendientes que 30 expediciones españolas habían fundado incontables misiones en Tejas y las principales en San Antonio, que la casa aledaña a El Álamo, desde donde se atestiguó la batalla, era una de tantas entre las de múltiples familias que se establecieron en San Antonio de Bexar con nombre y apellido mexicanos, que muchas de éstas familias habían emigrado de Monterrey, capital del Nuevo Reino de León, Coahuila y Tejas, que el gobernador bexareño que debía rendirle cuentas a Nueva España le guardaba fidelidad en las buenas y en las malas al igual que sus gobernados, que desde el zócalo se veían las fincas de quienes, con férrea determinación, las construyeron en tanto se adaptaban a las inclemencias del clima y se defendían de los ataques de tribus nativas y de los bandidos que venían del norte hablando inglés, entonces sería  falso también el árbol genealógico de las familias con nombres y apellidos mexicanos en el Archivo de la Historia de Texas en el que se incluye la familia de Mamá Grande. 

Independientemente de las respuestas obtenidas del caletre de S.A., yo me extendería en comentarle a Su ex Alteza Serenísima sobre el cine mexicano en general. A lo mejor no me deja con la palabra en la boca, dado que ha de estar soberanamente aburrido en su vida de ocio, comparativamente a su ejercicio extenuante de jugar a la Sillita Caliente que juegan los niños del kindergarten, me imagino que nada se compara a correr en grupo alrededor de sillitas que una a una se van quitando, hasta quedarse sentado en la última que nadie ha ganado, La Silla Presidencial, y volverse a sentar mediante cuartelazos desde 1833, hasta que su desasosiego crónico se lo aplacó el Plan de Ayutla en 1855 que culminó en su último destierro. El lapso de sus numerosos exilios fue de 20 años, sin que se piense que era un tiempo de ocio del reconocido practicante de sus deportes predilectos, especialmente en La Habana y Colombia, las peleas de gallos, las apuestas en juegos de azar y las orgías mixtas, deportes para los que no necesitaba su pierna faltante por el incidente de la Guerra de los Pasteles, cuando no supo defender nuestras costas contra la invasión francesa en Veracruz.  Lo que se convirtió en historia inmediata, fue su afición a desertar impredeciblemente del bando conservador o liberal, con el fin de reintegrarse a la arena política, afición iniciada con su bisoño compañero de armas convertido al paso de los años en Emperador Iturbide en 1822, derrocado con el Plan de Casamata el año siguiente, encabezado, por quién más? ... la duda ofende.

Yo le aclararía a S.A. que, así como en sus tiempos cuartelazo mata Constitución y en el siglo siguiente “dedazo” mata organigrama, hoy taquilla mata inteligencia de oficio cineasta. Sabida es la fórmula yanqui desde que arrancó el cine mudo para que regresara el espectador, el Happy End, con tan buenos resultados que se perpetuó y extendió de forma exponencial, incluso, en sus westerns que arrobaron al mundo entero en "locaciones" de nuestro suelo que S.A le cedió a EU, transformado en región donde sólo sobrevivían los más rápidos en desenfundar su par de pistolas en sendos cuadriles, también asiduos tertulianos de saloons con prostitutas muy buenas personas de corazón tierno, como pusiera la muestra Marlene Dietrich enamorada de John Wayne, paradigma del cow boy asesino en serie vuelto héroe en serio a nivel mundial. La Meca del cine siguió la línea del american dream haciendo acto de presencia en todas las películas, ya sea que se tenga, obtenga, anhele, pierda o vitupere el sueño americano entreverado con el otro taquillazo que es clamor universal: sex sells, el sexo vende, no sólo se vende, dicen que dijo la egipcia Nefer Nefer, de quien aprendiera Cleopatra el arte de la seducción, dicen que dijeron dos emperadores romanos.

Nosotros nos fuimos al polo opuesto de la deslumbrante germana Marlene Dietrich con cejas rasuradas esbozadas diariamente a lápiz en su frente y libre de alguna otra atadura en todo el Wild  West, en contraste con nuestras sufridas cabareteras depauperadas que pagaban su pecado de haber parido el producto de su violación, por eso mismo se habían arrojado a la perdición a escondidas del producto que tenían que alimentar y mantener en un internado de monjitas. Yo sí quisiera saber la opinión que tiene S.A de nuestro cine con el síndrome Marga López, su tocaya a medias y enteramente A-margada -en pantalla, obviaaamente, o se hubiera regresado a su tierra para desconsuelo de Carlos y Arturo, cuando menos,  y preguntarle si se acuerda de Valentín Gómez Farías, esa especie de pastor disfrazado de charro que lo suplía en la Silla Caliente durante los días que se ausentaba el preciso, para solazarse en su inigualable hacienda veracruzana Manga de Clavo, y si los charros filmados hasta el hartazgo que nos han dado identidad internacionalmente de machos tequileros y conquistadores de chinas poblanas a montones, se le parecen en algo al paródico Gómez Farías, y si "los de abajo" vs. los ocasionales "de arriba" mientras los abajeños logran permutarle a los arribistas su sitio sexenal, han evolucionado de sus émulos del siglo XIX durante los 66 años consecutivos de guerras intestinas hasta imponer la pax porfiriana Don Porfirio y, por qué no, claro que le preguntaría si era vidente, o por qué al declararse la Independencia dijo que México no estaría preparado para la democracia ni dentro de 100 años. El presuntuoso criollo S.A., despreocupado ahora por abultar su bolsillo, podrá revelarme con franqueza lo que ahora piensa sobre su experiencia de índole volátil sin forjar un imperio, como aquellos que están en su sano juicio y practican holocaustos afuera de su Patria, como el Imperio Romano, o contra los invasores adentro, desde que el hombre es hombre.

¿Qué pensaría S.A. de que nuestro cine más taquillero haya adoptado la corriente del tremendismo? Yo le dejaría caer, como no queriendo la cosa, que el cine nacional dividió a México en  dos eras: “antes” y “después” de Pedro Infante. Al despertar de su desmayo, yo le espetaría que la inocente división virtual de Infante de "nosotros los pobres" y "ustedes los ricos" se debe a la ley inapelable de que su nombre es su destino de infante con papá Gobierno infame, así convertido en héroe nacional sin necesidad de cuartelazo alguno, con la condición de cantar desafinado. O a lo mejor le queda como anillo al dedo “…Mas si osare un extraño enemigo, profanar con su planta tu suelo, piensa ¡oh Patria querida!  que el cielo, un soldado en cada hijo te dio…", de este laudatorio himno dedicado a S.A. ya con su nombre extendido a S.A.S. (Su Alteza Serenísima), a lo mejor me dice, "luego te explico”.

A una española recién alijada en Veracruz se le ocurrió parir a un predestinado. Muchos son los llamados y pocos los elegidos, y el producto criollo S.A. fue el elegido para cumplir la predestinación del Destino Manifiesto de EU ensayado, probado y comprobado con los mexicanos, ensayado, probado y comprobado cuando nos declararan la Guerra de Texas, guerra en la que nuestro putativo Napoleón de Occidente nos volvió a defender de mayo a septiembre de 1847 con el epílogo de la leyenda de los Niños Héroes en el Castillo de Chapultepec, tras lo cual, S.A. volvió a ser Presidente por última vez durante el período preciso para firmar el Tratado de la Mesilla en diciembre de 1853 en el que S.A. claudicó a los yanquis el territorio suficiente para acumular un total de UN MILLÓN SEISCIENTOS MIL Km.2., a cambio de $10 millones de pesos más, mismos que se embolsó... SÍ, el mandatario nuestro con la razón social S. A., razón vuelta antisocial para su Nación putativa, que somos nosotros. Nuestro hado destino permitió que el tiempo efectivo que S.A. tuviera a su cargo la Presidencia de la República fuera de 6 años.

Para situarme realmente de dónde vengo y quien soy, recurro a mi ascendencia no es típica, mas es mexicana ciento por ciento en razón de que "La civilización mexicana y la española son mutuamente acreedoras y deudoras". (Andrés Henestrosa, 2000). Cuando Monterrey era la capital de Tejas, Nuevo León y Coahuila, los apellidos novohispanos de sus pobladores se perpetuaron en esa región, el de mi abuela nacida en San Antonio y el de mi abuelo oriundo de lo que hoy es Laredo, Texas son un buen ejemplo.

Elena de la Garza nació en el seno de una familia acomodada, su casa aledaña a la fortaleza El Álamo fue derrumbada hasta edificarse en el sitio Joskey's, una de las llamadas ahora "tienda departamental". A ese mismo domicilio llegó la correspondencia cuando pertenecía a la Provincia de Tejas de la Nueva España, luego al estado de Coahuila y Tejas, luego a la “República de Texas” y, finalmente, a la 28ava estrella de la bandera yanqui. La niña Elena dejó el colegio de las monjas ursulinas cuando tuvo edad de merecer y se casó con el hijo único de una viuda asentada en la frontera con México. El esposo se llevó a su adolescente esposa a Coahuila, en su casa con piso de tierra en Piedras Negras, frontera con Eagle Pass, parió a la mayoría de los 19 que dio a luz. En 1910 los hijos mayores establecidos en la Capital con empleos más que bien remunerados por su dominio del inglés, una rareza en México porfiriano afrancesado, convencieron a sus padres de unírseles en la Ciudad de los Palacios. Ella llevó consigo su recio carácter y severidad inamovibles, su estricta formación tradicional de Tejas mexicano, su hielera Westinghouse, su enorme estufa de leña en la que diariamente se cocían tortillas de harina para acompañar el desayuno, comida y cena frugal de los 19 por orden de aparición y, a la altura de lo que fuera su cintura en otros tiempos, siempre amarrado su costalito con tabaco oscuro y otro de igual tamaño con hojas de "máiz" para liar todo el santo día sus cigarrillos, costumbre de las tejanas totalmente escandalosa para las citadinas porfirianas, especialmente para su consuegra, mi abuela materna. La Revolución en su apogeo no causó bajas en la numerosa familia, no pasó de sustazos por asaltos de encarabinados al hogar y el fuego cruzado en la Alameda y el Zócalo que sorprendieron a los hijos mayores de camino a su chamba. Doña Elena de ceño fruncido, viuda en 1919 y desde entonces con atuendo de luto con faldón negro que llegaba al piso, blusón abotonado hasta el cuello y manga larga, abuela de 35 aproximadamente, a reserva de volver a contarlos con mas detenimiento, vivió al lado de sus cuatro hijos solterones empedernidos y una nieta que adoptó recién nacida, moradores de una casona solariega del D.F. funcionando a la perfección como reloj en la que Mamá Grande no despertó de su último sueño poco antes de cumplir 100 años de edad. Su vida en el norte es novelesca, de hecho, parece haber inspirado una novela mexicana fantasiosa con acento sensual editada en varios idiomas, pasada al celuloide con acento sexual disparado de la historia, y ambas versiones mancas de la realidad de la vida de entonces en Piedras Negras, como la anécdota de cuando a la recién parida a pelo con la ayuda de una comadrona que la colgó de las axilas al techo, los entuertos de su segundo parto ocasionaron que "se le regresara la leche", diagnóstico inapelable de la infección en el seno que ponía en riesgo su vida, un curandero piel roja del vecino Eagle Pass le quemó con un ocote encendido el tumor infectado, y colorín colorado, amamantó a los que siguió pariendo hasta completar el parto #19 a sus 56 años de edad.

Don Pancho, Papá Grande como le llamaron sus nietos que lo conocieron, para medio satisfacer el hambre de sus vástagos paridos en Piedras Negras, mientras les llegaba a cada uno la edad de ir con la tía rica de San Antonio a estudiar una carrera relámpago, diversificó sus actividades. Fue empresario de toros y el torero más famoso fue Zocato que erró su vocación de corredor de larga distancia en vez de torear al alimón astados; fue empresario de circo con su payaso trashumante pisándole los talones sus esposas, dos enanos peleoneros que brincaban para trompearse con los grandotes dentro y fuera de la pista, la mujer barbuda con voz tipluda encargada de cantar las coplas regionales de relleno de la función y el domador del único león del universo que derramaba copiosas lágrimas añorando a su antiguo dueño Mister Ringling. También fue dueño de la funeraria del pueblo, en los ataúdes esperando cliente dormían algunos de los 19 que no alcanzaban cama o querían aislarse del batallón, en sus ratos de ocio inventó operaciones aritméticas sin que nadie descubriera la fórmula de cómo llegar al resultado exacto, práctica que amaestró en medio de sus travesías conduciendo una diligencia llevando y trayendo mercancía de San Antonio sorteando a los comanches y salteadores de caminos en la escabrosa ruta. Los que sobrevivieron de los 19 paridos a pelo, tienen un historial que también se antoja novelesco, algún día me ocuparé de ponerlo en blanco y negro, cada cual haciendo honor a, "Nombre es destino".

Yo si quisiera que regresara Santa Anna… tendríamos mucho que platicar.