domingo, 21 de octubre de 2012

Relaciones Perfumadas



 Sostengo una hipótesis sobre las relaciones humanas. Partiendo de que Platón nos adelantara su teoría de que la verdad universal no existe, mi planteamiento hipotético sobre las relaciones humanas, parte de que nada ni nadie puede intervenir en mi albedrío, verdad platónica comprobada con peras y manzanas a sus discípulos. En contraste abismal, mi hipótesis no es monedita de oro para darle gusto a todos, pero tampoco es totalmente gratuita, la acreditan sus credenciales de experiencia anecdótica acumulada.

Se dice que los caprichosos dioses del Olimpo eligieron compartir con la raza humana su don divino del albedrío, para diversión y entretenimiento eternos de la audiencia olímpica. Los dioses que no quisieron poner en orden total el caos original, compensaron esta omisión con un sexto sentido otorgado a las relaciones humanas con perfume de mujer. En tal virtud, pueden observar desde el Olimpo una obra de suspense totalmente impredecible nunca jamás, y representada por actores sin libreto que no nacen para vivir solo en una isla, sino para sobrevivir en una sociedad.

Unos tienen una disposición notable para relacionarse con los demás, otros parecen no tener ni la más vaga idea de lo que se trata eso, unos nacen simpáticos y otros antipáticos, ni modo, la madre naturaleza aún tiene el monopolio de la lotería genética, a reserva de que se cumpla la profecía de la ingeniería genética y en un futuro logre moldear la condición humana a capricho. Conocemos de los demás sólo su conducta manifiesta y aquello que quieran decirnos sobre lo que piensan, debido a esta circunstancia podemos convivir toda la vida con alguien sin llegar a conocerle verdaderamente. Todas las relaciones humanas son una aventura, nadie ha logrado despejar la incógnita de este nudo gordiano, solamente unos adelantan hipótesis que otros tiran a la basura más rápidamente que aprisa.

A diferencia de los seres irracionales que tienen que adaptarse a su entono para sobrevivir, el ser humano ha adaptado su entorno a sus necesidades. Ellos y ellas son inconformes por naturaleza, tan pronto como adquieren aquello que deseaban, anhelan otras cosas, gracias a ello el panorama terrestre está conformado tal como lo conocemos. Pero, el homo sapiens no es el ser racional de la creación debido a las maravillas que pueda crear, sino por su capacidad de poder anteponer su intelecto a sus emociones, a diferencia de los seres irracionales que conforman el resto del reino animal regidos por su instinto. La capacidad exclusiva del ser racional, no obstante, al pasar por el filtro de su albedrío inconmutable, puede invertir el orden de los factores, de tal suerte, las emociones del ser racional determinan sus acciones, en otras palabras, se convierte en irracional por motu propio.


Y eso no es todo, las referencias a “la conducta del hombre” no han tomado en cuenta las particularidades del “sexo débil”, por las que su conducta impredecible puede elevarse al cubo. En el principio de incertidumbre, al que Einstein se opuso aseverando que el universo no puede estar gobernado por el azar como si Dios jugara a los dados, se basan la tecnología, la química y la biología modernas, un ejemplo espectacular de que, “al mejor cazador se le va la liebre”. Este principio de incertidumbre aplicado a la conducta femenina para establecer probabilidades de acierto dentro de un determinado marco de referencia inestable, no es un fenómeno digno de fiar en cuanto al instinto femenino toca, llamado pulsión porque pasa por el filtro de su raciocinio, y a mí me cuadra someterlo a mi hipótesis del "sexto sentido" privativo de las mujeres.

Por ahí se dice que ellas son más inteligentes que ellos, hasta que dejan de ser niñas, entonces la joven debutante se asusta de un ratón y se sube a un banco emitiendo chillidos de ratón, no obstante, su sexto sentido le avisa anticipadamente de un peligro real y la prepara para enfrentarlo, atacarlo o huir a tiempo. Con el feminismo y la píldora anticonceptiva algunas cosas cambiaron. El spleen de las damas jóvenes recostadas en un diván como recurso femenino para controlar el dominio masculino, tan popular en las novelas de los clásicos franceses del siglo 19, abdicó en favor del feminismo expresado en su versión machista a la inversa, así, las primeras camadas de hombres golpeados por su mujer aparecieron en las delegaciones y hospitales, con el consiguiente aplauso de otras feministas que tampoco se embarazan, a no ser que así lo desearan y cuando lo desearan. A pesar de la embestida del feminismo, que tiene mucho camino por andar a contracorriente de tradiciones arraigadas desde que la historia es historia, predomina el dominio del "sexo fuerte", ahora potente gracias al Viagra.

Ante la hipotética verdad que cada uno de nosotros somos un ser irrepetible en el universo, es un hecho que el "sexo débil" tiene la exclusividad de ciertas conductas. Lo que ellas dicen durante su síndrome premenstrual, puede ser el polo opuesto a lo que manifiestan unos días después. El síndrome post-natal no pueden explicárselo ni a su madre que las consuela de su melancolía con chocolates. No se puede decir que padece depresión, solamente porque no se escarmena ni para sacarse los piojos antes de que llegue su marido a su sacrosanto hogar, la piojosa puede transformarse instantáneamente en  princesa  para ir a tomar té con pastas con las amigas. Si su menopausia hace acto de presencia, más le valía a su familia adquirir la bola de cristal de la cartomanciana que los esquilma prediciendo el futuro inestable de todos.



En este mundo donde hay más mujeres que hombres, lógicamente la ley de la oferta y la demanda entra en juego, y como dice la sentencia gitana, “entre mujeres te veas”. La requerida en amores puede provocar la envida cerval de otras. Si la hermana menor se casa antes que la mayor, todo puede suceder, desde someterse la mayor a una dieta crash, para que no le digan los invitados a la rumbosa boda que se quedó a vestir santos por gorda, hasta irse a vivir a una covacha con un músico de banda que la aporrea más que a su guitarra eléctrica. A la rica que se casa con un pobretón, sus íntimas le preguntan dónde tenía la cabeza cuando juró vivir toda la vida junto a un zángano quien, dicho sea da paso, se lo peleaban todas las preguntonas. A la pobretona que se casa con rico, una confidente que la “quiere de verdad” le revela los éxtasis que nunca conocerá de un matrimonio por amor. La mujer casada con un fracasado irredento, ella se lo buscó, porque “detrás de un gran hombre hay una gran mujer”. Al divorciarse, ella es una “fracasada” para sus antiguas amistades y su exmarido, él sólo es un “incomprendido” que se tropieza con una diligente que sí lo comprende, aunque no gratuitamente. La “fracasada” debe encontrarse a otra a quién quitarle su “incomprendido”, pero que a su quiebra emocional e intelectual no se sume la quiebra económica. A la casada autosuficiente, la suegra se la come cruda porque no sabe ser “muy mujer”, como aquellas que sí atienden a su marido y su casa con delantalcito puesto. Pero, si el marido mantiene a su madre, todas las cenas son de negros, aún sin la suegra de testigo presencial.

El empresario compite con otros empresarios, o se asocia con alguien y a veces se frecuentan socialmente en compañía de sus esposas. La empresaria compite con otros empresarios, o se asocia con alguien y compite ferozmente con la esposas de todos ellos, si por su mala suerte las conoce. En las cenas hogareñas para agasajar al jefe del señor de la casa, toda la familia se desvive para que el agasajado esté contento y satisfecho del menú preparado con esmero y el perro le mueve la cola. En las reuniones para agasajar a la jefa del señor de la casa, la conversación gira alrededor de la pericia de la anfitriona para preparar el menú, ama de casa perfecta que ha sacrificado todo para la buena crianza de los hijos, porque, “si las cosas están primero que las personas, algo anda mal”, y el perro le ladra. Si es soltera, despierta suspicacias su orientación sexual, si es fea, por eso se dedica a los negocios, si es preciosa, arregla los contratos bajo las sábanas, y la madre del anfitrión y su esposa por única vez en su vida están de acuerdo: la jefa hace decisiones ováricas para la empresa y se viste re feo.

En contraste, las hay muy sinceras que dicen no interesarles compartir con su amante el sentimiento mezquino del amor, sino el de la pasión incomparable del odio. La actriz que envidia a la luminaria en la cúspide de la fama, el fracaso de ésta no le sirve a la envidiosa que desea que se muera.


Aclarado lo anterior, sumado a la larga lista que cada quien tendrá de su propio peculio y que también omitió André Malraux en su imperecedera La Condición Humana, es un hecho que, la aventura de la relación establecida entre un grupo de mujeres que se reúnen por gusto con un propósito común, no puede sustituirse con nada. Este ambiente es incomparable, ya sea que las reúna el deporte, la ciencia, las artes, su profesión, una labor social, el ocio, o la cantina. Con el principio de incertidumbre a su máxima expresión, nada es predecible, su ingenio se aguza, cuando no se desborda de forma brutal, las confidencias chuscas sin moralejas brotan espontáneamente. En ausencia de su rivalidad arraigada de acaparar la atención del representante del sexo opuesto, este dinamismo ocioso puede tomar otros cauces, como la picaresca picante. En el escenario sin padres, hijos, esposos y demás espectadores de la familia, pierde su razón de ser la interpretación del papel doméstico de “víctima” o “verdugo”. En caso de que alguna verdaderamente pase un mal momento, muy probablemente, encontrará quien pueda comprenderla entre aquellas con quienes ha compartido veladas divertidísimas, lo mismo que chascos y frustraciones. Aún cuando la buena voluntad no predomine en ocasiones, la hipocresía es fácilmente detectada por las más expertas entre los expertos, así que, por eliminación, con frecuencia surgen opiniones genuinas. La crítica es aguda y difícilmente puede ser más mordaz, pero, cuando alguna hace un halago a otra, muy posiblemente es sincero.

Cierto, en la mujer no desaparece por arte de magia su predisposición a la insidia y la crítica nada más por haberse integrado a alguna “palomilla” femenina. Pero, también es cierto que en grupos de mujeres de todas edades puede cobrar tal fuerza su ímpetu colectivo, mientras perdure su impredecible afán por reunirse, que trasciende la pequeñez de la condición humana voluble, vulnerable y que no se cansa de repetir sus mismos errores. Por tales artes, nada hay más divertido, enriquecedor y hasta productivo que las reuniones de mujeres disfrutando su mutua compañía en pleno uso de su sexto sentido desconocido por el sexo opuesto, para sustento de mi teoría sobre las relaciones humanas femeninas que, de cabo a rabo, son un misterio inextricable encantador, para desencanto de las teorías que precisan con exactitud los paradigmas de las relaciones humanas con perfume de mujer.

elenaespinosa29@gmail.com

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